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stamos a ocho meses de la culminación de la gestión del gobierno nacional y a catorce meses de las gestiones subnacionales, sea por parte de sus entes ejecutivos como de sus entes legislativos.

Después de ver estos meses la “capacidad” de nuestras autoridades, al momento de dar soluciones a los profundos problemas que hoy tenemos los bolivianos, nacen más que nunca criticas de su actuar, sean del oficialismo o de la oposición, quejas, pero sobre todo preguntas de reflexión.

En su mayoría; ¿Tenemos autoridades inoperantes? ¿Tenemos autoridades que sólo se preocupan por mantener su cargo? ¿Tenemos autoridades que sólo se preocupan de satisfacer los intereses de ciertos sectores? ¿Tenemos autoridades que sólo se preocupan de mantener sus privilegios y evitar que otros nuevos puedan llegar?

SI. Desgraciadamente la respuesta a todo lo anterior es que sí. Estamos atravesando por una difícil situación en la que las cosas no están bien y, por el momento, tampoco pintan demasiado bien.

Pero, a todo eso se lanza la otra pregunta para reflexionar, ¿estará esta mayoría de autoridades tan alejada de la conducta de muchos ciudadanos?

No, por desgracia vivimos en una sociedad en la que muchísima gente se “aviva” sistemáticamente y tan solo se preocupa por sí misma, sin importarle lo que en otros puedan afectar sus acciones, así como en la mayoría de la conducta de nuestras autoridades.

Pues bien, recogemos lo que sembramos dirán muchos, y en estos tiempos se refleja una graciosa frase que se está volviendo muy recurrente nuevamente que es la “viveza criolla”. Nomás, para mejor compresión, darse una vuelta por los mercados y ver como de forma irresponsable algunos “ciudadanos comerciantes” elevan de la nada los precios de productos de la canasta familiar a solo rumor de un chisme mal contado.

O ahora, que ante la falta de carburantes aparecen personas inescrupulosas que cargan sus tanques de combustible a “full” para luego descargarlos en galones y ofrecerlos en las sombras del mercado negro, inclusive en las redes sociales.

Tan solo dos sencillos ejemplos de los cientos que se están “innovando al son de la viveza criolla”, máxime en estos tiempos de crisis donde debería primar un principio de solidaridad.

Por tanto, muchas autoridades no están alejadas de la conducta de muchos ciudadanos, es más son representantes de un número importante de estos.

Entonces eso ocurre, porque muchos comparten la misma opinión y obran igual, como muchas autoridades que al ritmo de su “viveza criolla” esconden sus inoperancias con posiciones inverosímiles o disimulan “trabajar por todos” cuando al final solo benefician a los suyos.

Muchos también se preguntarán: ¿Cuál sería la solución a este problema? La respuesta simple seria acabar con la viveza criolla, y todo empezaría a ir mucho mejor, empero es una solución difícil e inviable.

Podemos quedarnos aquí e intentar cambiar las cosas aportando con nuestro grano de arena, a través de la educación, y profundizar los buenos valores, principios y virtudes en nuestros hijos y las nuevas generaciones que vienen.

O simplemente nos podemos ir lejos de aquí y no mirar hacia atrás; o podemos quedarnos aquí sin cambiar nada, quejándonos, sin hacer nada más.

Sin embargo, por su puesto, que hay aun autoridades (aunque pocas), que son de mucha valía, que están trabajando por revertir está situación y que tienen muchos proyectos para ser ejecutados.

Pero, desgraciadamente el otro tipo de ciudadanos empaña los esfuerzos de todos aquellos que luchan por salir adelante.

¿Podemos cambiar las cosas? Por supuesto que sí. Sólo tenemos que quererlo. Tenemos que saber que somos capaces de hacerlo y que es nuestra tarea llevar a cabo esa transformación.

William Torrez Pérez es político y exasambleísta departamental de Oruro.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.