
alar de Coipasa, se encuentra en la parte central oeste de nuestro altiplano, a 225 km de la ciudad de Oruro, siguiendo la ruta a Sabaya, en el occidente del departamento de Oruro, rodea enteramente al lago Coipasa, a una altitud de 3.657 metros sobre el nivel del mar. Tiene alrededor de 70 km de largo por 50 km y una superficie de 2.218 Km2 (876 millas cuadradas), lo que lo ubica como el quinto mayor salar continuo del mundo.
Un dato no menor, anunciado por el Gobierno en 2023, es que Bolivia tendría 24 millones de toneladas de litio entre el Salar de Uyuni, Coipasa y Pastos Grandes, “que nos mantiene como el país con mayores reservas de este recurso”.
Ese mismo año el Ministro de Hidrocarburos, ante medios nacionales, aseveró que en el Salar de Coipasa, estaría en proceso de desarrollo de estudios de ingeniería para la implementación de una planta de 25.000 toneladas de capacidad de carbonato de litio, hasta el segundo semestre de aquel año.
En febrero de 2024, tras una noticia al estilo gubernamental, lleno de publicidad electoralista, YLB (Yacimientos de Litio Bolivianos) en lo que respecta al Salar de Coipasa cuantificó un potencial de 1.800.000 toneladas métricas en recurso de litio, que permitiría proyectar plantas de producción a escala industrial.
Ya en el mes de septiembre de 2024 el Ministro de Hidrocarburos junto al viceministro del área, declararon ante medios locales, dentro su visita informativa a la brigada parlamentaria de Oruro, que se estaría a la espera de empresas internacionales y nacionales para que formen parte del desarrollo para la producción de carbonato de litio y de cloruro de potasio.
A principios de diciembre de 2024 por declaración del Gobernador de Oruro, con relación al Salar de Coipasa, se habría suscrito dos convenios; por un lado, con una empresa austriaca-alemana y, por otro, con una empresa franco-boliviana y que estarían esperando los estudios de validación en un plazo de 90 días (por cierto, plazo a poco de concluir). Y que estas empresas generarían un mínimo consumo de agua por la alta tecnología.
Por cierto, no se tiene constancia documental de la participación de Oruro (regalías y otros) en estos afamados convenios del litio, amén de la normativa específica para dicho fin.
Los resultados de la empresa YLB, al respecto de sus actividades en Coipasa, distan de ser tanto satisfactorios, como plenamente informativos, es así que, entre declaraciones confusas, promesas, hermetismos y plazos incumplidos, Oruro ingresa en la controversia del litio.
Controversia que se agrava este 2025 con el tratamiento del proyecto de ley del contrato para la producción de carbonato de litio con el consorcio chino CBC (CATL, BRUMP y CMOC), y de seguro habrá otro con la empresa rusa Uranium One Group.
Más allá de cuestionar con toda vehemencia, corresponde pues, sobre los porcentajes de participación entre el Estado y este consorcio, de las multas y sanciones al incumpliendo de los contratos, el tiempo de explotación que supera cuatro décadas, las minúsculas regalías, el pago por el uso de las tecnologías, las condiciones adversas para fiscalizar, los aspectos ambientales (como dato; para su evaporación se requiere al menos dos millones de litros de agua por cada tonelada de litio producido), y otros que de seguro tocaremos a fondo.
Ante este panorama cuando menos incierto, nos corresponde como ciudadanos de esta patria, asumir acciones definitivas, sencillamente no podemos permitir ni la continuidad de la postergación, ni la complicidad del entreguismo, como tampoco podemos permitir el daño irreversible y gratuito a nuestro ecosistema.
William Torrez Pérez es político y exasambleísta departamental de Oruro.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.