Imagen del autor
E

n un momento en que la población boliviana se encuentra en una situación de incertidumbre económica y social, es importante señalar que el país enfrenta obstáculos que parecen cambiar el rumbo político del país. La crisis actual muestra la falta de artículos cruciales como productos de la canasta familiar, combustibles y dólares. Esto indica debilidades del modelo económico que alguna vez llegó a ser productivo, o al menos eso parecía, pero la realidad es que ya no cubre las necesidades de la nación. Por eso es momento de considerar las tendencias internacionales y regionales, ya que éstas pueden INFLUIR en las perspectivas de Bolivia para un futuro mejor.

En este contexto, resulta imposible pasar por alto la "Trinidad de América", sí me gusta esa denominación para los siguientes presidentes: Donald Trump en el norte, Nayib Bukele en Centroamérica y Javier Milei en el sur. Tres figuras que representan corrientes políticas profundamente arraigadas a la derecha y que podrían señalar un cambio de paradigma en el continente…

Los informes de los últimos meses indican una grave deficiencia de divisas en el país, cada vez las reservas internacionales más escasas o talvez nulas, no podríamos afirmar algo a ciencia cierta, pero algo que sí puede ser previsible es lo que varios analistas han observado, si seguimos en el mismo camino, febrero podría ser un mes en el que se agoten por completo los suministros de alimentos y el combustible. Un colapso inminente.

El presidente Luis Arce y el Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido gobernante, sostienen que el mismo modelo sigue siendo exitoso porque fue la base de la prosperidad pasada. Pero la oposición está comenzando a UNIRSE, con la esperanza de presentar un candidato único en la carrera presidencial de 2025. Tal unidad es emblemática de un pueblo agotado por garantías que nunca se materializan y una escasez de respuestas reales a la crisis actual.

El ascenso de figuras como Trump, Bukele y Milei simboliza un cambio hacia enfoques audaces y polarizantes en sus respectivos países. El inminente regreso de Donald Trump al poder en enero de 2025 podría redefinir las relaciones globales con una narrativa de nacionalismo y proteccionismo que ya se ha visto en su anterior gestión. Nayib Bukele, en El Salvador, ha implementado un modelo de seguridad autoritario que, aunque reduce efectivamente la violencia, plantea preocupaciones sobre los derechos democráticos y la transparencia institucional, pero ha funcionado y se ha convertido en un país en ascenso, con una criminalidad tan baja que es admirable. En el sur, el experimento radical de liberalismo de Javier Milei, quien aboga por la dolarización y la privatización, está reconfigurando el panorama político de Argentina y es aplaudido a nivel INTERNACIONAL.

En la búsqueda desesperada de una nueva dirección, Bolivia tiene mucho que aprender de estos ejemplos. La "Trinidad de América", como los llamo, demuestra que las ideologías de derecha pueden proporcionar soluciones innovadoras, pero también plantean riesgos significativos. Mientras algunos celebran la determinación y los cambios estructurales que traen estos líderes, otros advierten sobre posibles erosiones de libertades y exacerbaciones de desigualdades.

Por ejemplo, Bukele y su lucha contra la violencia de las pandillas ha hecho que El Salvador sea un lugar más seguro, consiguiendo un amplio apoyo popular. Sin embargo, los efectos a largo plazo de sus políticas en las instituciones democráticas siguen siendo inciertos, es algo sin precedentes. De manera similar, Milei apostó por la liberalización económica y esto ofrece esperanza a muchos argentinos cansados de la estagnación, aunque las posibles consecuencias sociales de tales medidas drásticas también son difíciles de predecir. La primera gestión de Trump destacó el poder de una agenda nacionalista para movilizar apoyo, no apoyó a las guerras y fue un momento de paz para Estados Unidos, pero también expuso los riesgos de una mayor polarización y aislamiento.

La unificación de la oposición boliviana en esta semana es un paso crítico y necesario hacia una transformación política que podría dar paso a un nuevo modelo de desarrollo que anhela el país. Sin embargo, este cambio debe ser cuidadosamente planificado, debe ser observado con lupa, para evitar repetir errores del pasado y también para extraer lecciones de la región. Bolivia debe decidir de manera INTELIGENTE entre abrazar propuestas disruptivas de la derecha y atender las necesidades urgentes de su pueblo.

Un enfoque equilibrado es esencial en este contexto. La "Trinidad de América" subraya que un cambio radical es posible y también necesario, pero todos los extremos pueden ser peligrosos. En un país como el nuestro, donde las divisiones políticas y sociales se han profundizado mucho más en las últimas 2 décadas, el desafío radica en elaborar un modelo inclusivo y sostenible sin comprometer la estabilidad a largo plazo. Que linda suena la palabra “estabilidad” cuando la leemos.

El plan de la oposición para un candidato único refleja un reconocimiento creciente de la necesidad de unidad para desafiar la dominancia del partido oficialista. Sin embargo, la unidad por sí sola es INSUFICIENTE; es vital una visión clara para la recuperación económica y social, donde exista una reconciliación y protección a los valores democráticos y la inclusividad.

El momento estamos viviendo en Bolivia es una oportunidad CRUCIAL para cambiar su futuro. La crisis económica actual no solamente ha expuesto las fallas del modelo existente, sino que también abre las puertas a nuevas posibilidades. Mientras el mundo observa la evolución de la "Trinidad de América", Bolivia debe decidir si quiere seguir los pasos de sus vecinos o si desea trazar su propio camino hacia el progreso, pero que quede claro, para el progreso.

El desafío que tenemos es inmenso, pero la historia ha demostrado que las grandes transformaciones emergen de adversidades más profundas, trayendo un éxito inesperado. La pregunta es: ¿Podrá Bolivia APROVECHAR este momento para construir una sociedad más equitativa y próspera? La respuesta dependerá de la capacidad de la nación para actuar con la cautela que se necesita, aprendiendo de ejemplos regionales sí, pero mientras se mantiene fiel a su contexto y aspiraciones únicas como país.

Claudia Prado Aguirre es periodista.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad de la autora y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.