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l Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, no es solamente un evento folklórico; es el alma de una ciudad, una manifestación de fe, identidad, tradición y resistencia. Sin embargo, año tras año, vemos cómo su esencia se diluye ante la apropiación cultural y la falta de acción por parte de las autoridades. La historia se repite, la Diablada aparece en desfiles extranjeros sin mención a Bolivia, festivales en Perú la presentan como suya, copian nuestras danzas sin darles el valor que merecen, cuando en países como Chile aceptan la procedencia.

Uno de los casos más indignantes ocurrió en 2009, cuando el Ministerio de Cultura de Perú utilizó la imagen de la Diablada en una campaña para promocionar su turismo. La reacción en Bolivia fue inmediata, se unieron gobierno, historiadores, folkloristas y ciudadanos denunciando el intento de apropiación. A pesar de los reclamos, Perú siguió incluyendo la Diablada en festivales como la Fiesta de la Virgen de la Candelaria en Puno, argumentando que forma parte de su patrimonio, alegando que es una danza “andina”.

Otro caso reciente ocurrió en 2023, cuando en el Desfile de la Hispanidad en Nueva York, Estados Unidos, se presentó un grupo de bailarines con trajes de la Diablada que fueron anunciados como peruanos, sin hacer referencia a su origen boliviano.

Otro caso reciente, reportado en febrero de 2025, destaca cómo durante la Festividad de la Virgen de la Candelaria en Puno, Perú, se presentaron danzas como la Diablada, la Morenada y la Llamerada, absolutamente todas con raíces bolivianas, sin mencionar su debida procedencia. Además, en 2024, se documentó que en festividades de Argentina y Chile también se incorporaron danzas bolivianas como parte de sus celebraciones, sin el reconocimiento adecuado.

Ante estas denuncias, la UNESCO ha mantenido una postura neutral, rechazando demandas formales y enfatizando la necesidad de un diálogo intercultural para resolver estas disputas. Respuesta insuficiente para frenar la apropiación indebida de nuestras manifestaciones culturales.

Es indudable el peligro de la indiferencia, con tanta pasividad, la apropiación cultural no es solo un problema de identidad, sino también una cuestión de reconocimiento internacional. Mientras otros países se esfuerzan en visibilizar y patentar sus expresiones culturales y las nuestras, en Bolivia seguimos esperando que las autoridades tomen acciones concretas para proteger nuestro Carnaval y sus danzas.

El 18 de mayo de 2001, la UNESCO declaró el Carnaval de Oruro como “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”. Pero, ¿de qué sirve este reconocimiento si no se lo defiende vehementemente? Hasta el momento, las reacciones del Estado han sido débiles: algunos comunicados, protestas en redes sociales, pero ninguna acción firme o formal a nivel legal o diplomático.

Mientras tanto, Bolivia va perdiendo terreno en la narrativa cultural global. Los turistas que ven una Diablada en Perú o en Chile podrían pensar que no es boliviana, además que el presupuesto con el que cuentan es cada vez más alto porque atrae muchas miradas. Peor aún, al no existir una estrategia clara de protección, corremos el riesgo de que en un futuro bastante cercano, organismos internacionales legitimen estas apropiaciones.

Es momento de exigir medidas concretas. ¿Cuándo? ¡Ahora!!! Bolivia debe impulsar una estrategia internacional para defender el Carnaval de Oruro. Incluso podemos sugerir acciones urgentes podrían ser:

  • Inversión, inversión, inversión, principalmente en infraestructura para fomentar el turismo. Tenemos demasiado para explotar y generar grandes ganancias, pero, para eso se debe invertir en la mejora y calidad de recepción al turista nacional e internacional y de igual manera a la prensa nacional e internacional.

  • Necesitamos mayor presencia en festivales internacionales, porque no basta con que la Diablada se baile en Oruro. Es fundamental que Bolivia la promocione en eventos globales con la etiqueta correcta.

  • Hacer un registro y comenzar la defensa legal, exigir que la Diablada y otras danzas sean registradas como patrimonio exclusivamente boliviano y contar con un equipo legal para denunciar apropiaciones.

  • Realizar campañas de concienciación para informar a nivel internacional sobre el origen del Carnaval de Oruro y su significado. Esto puede hacerse mediante documentales, redes sociales y presencia en medios internacionales.

  • Acción diplomática URGENTE: Exigir a través de Cancillería que otros países reconozcan la Diablada como boliviana y evitar que la presenten como propia. Hacer acuerdos bilaterales.

Ni Oruro ni Bolivia pueden permitirse perder su tesoro cultural. Si nuestras autoridades no actúan, el Carnaval de Oruro seguirá siendo explotado por otros, mientras en Bolivia nos limitamos a protestar en redes, siendo el único ruido que se escucha fuerte. La identidad se defiende con hechos, no con discursos vacíos…

El Carnaval de Oruro es un tesoro invaluable que refleja la riqueza y diversidad de nuestra cultura. Protegerlo es nuestra responsabilidad, nos pertenece a los bolivianos, autoridades, artistas y ciudadanos. Solo a través de acciones decididas y coordinadas podremos garantizar que este legado perdure intacto para las futuras generaciones.

Si no defendemos activamente el Carnaval de Oruro, su historia y su identidad, otros seguirán apropiándose de lo que nos pertenece. No basta con la indignación momentánea; necesitamos acción, compromiso y estrategias claras. ¿Permitiremos, los bolivianos, que nuestra cultura sea borrada o tomaremos el lugar que nos corresponde en el mundo?

Claudia Prado Aguirre es periodista.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad de la autora y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.