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a diferenciación entre machos y hembras en el reino animal no solamente depende de las particularidades obvias como en los humanos, para quienes aman la naturaleza posiblemente no sea novedoso esto y menos para quienes la estudian; sin embargo, para muchos de nosotros enterarnos, por ejemplo, cómo se diferencia una tortuga hembra de una tortuga macho, es realmente sorprendente; por lo menos, así fue para mi cuando lo aprendimos junto a mis hijos y mi esposo en una experiencia vivencial con nuestras silenciosas mascotas (Godofredo y Bartola)… la pregunta que rondaba la cabeza era: ¿cómo puede Godofredo montarse con tanta facilidad y seguridad sobre ella para copular? La respuesta se encontraba en la parte inferior del caparazón. Bartola era plana o ligeramente convexa y Godofreno notoriamente cóncavo. Esto nos llevó a pensar ―una vez más― en la majestuosidad de la creación y la perfección de ella, pues no quedó ni un solo detalle olvidado. Pensar en una “evolución” se hace cada vez más lejano.

V aprendizaje nos transportó a otro tipo de análisis: “…por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne” (Gén. 2:24). Cómo es posible hablando de manera lógica, ¿llegar a ser una sola carne?, ¿cómo poder explicar o entender esto? Fue entonces que determiné que la lógica aritmética de Dios, no tiene lógica. En una aritmética básica, uno más uno da como resultado dos; pero para Dios, la suma de uno más uno da como resultado… uno…; nos convertimos en una sola carne, pero guardamos nuestras particularidades, seguimos siendo quienes éramos sólo que entregamos parte de lo nuestro al otro y recíprocamente recibimos del otro, otro tanto.

Este fenómeno extraordinario se lleva al extremo cuando constatamos que con los años y la convivencia uno se mimetiza en el otro, al punto que físicamente uno llega a parecerse al otro. Gestos, estados de ánimo, rasgos faciales, gustos por la comida, intereses recreacionales, hábitos, en fin… compartir el estilo de vida, te hace parecer al otro. Según Oscar Fioro (psiquiatra), las neuronas espejo se activan y hacen que uno copie las acciones del otro y además explica que con el paso de los años en las parejas se acentúa el proceso de identificación, lo que hace que nos parezcamos aún más. Este proceso empieza en la mayoría de los casos con la forma de hablar y luego con el transcurrir de los años, se comparten hasta las mañas y en algunas parejas incluso las enfermedades.

Esta unión de los cuerpos (cóncavo y convexo), no sólo une el físico, también representa una unión mística de corazones y espíritus. Quien pasó por una separación, divorcio o viudez podrá explicar lo duro que es; porque claro… es separar la carne misma y rasgarla duele.

Si bien es cierto, la ciencia nos dice que factores como el entorno, la alimentación, la empatía o al predisposición son elementos que aportan para que con el tiempo nos vayamos pareciendo; hay criterios mucho más valederos para afirmar la veracidad de ello, ya que, no es coincidencia que para volverse una sola carne, uno sea cóncavo y el otro convexo.

Jean Carla Saba es conferencista, escritora, coach ejecutiva y de vida.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad de la autora y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.