
i hay un idioma dulce, ése es el guaraní. Hace unos días estuve en el Paraguay participando en un Programa de Transformación a nivel gubernamental, veía banners y mensajes por todos lados. Entre los primeros que me llamó la atención estuvo el que decía “cambiáNA”. Con el afán y la emoción de sumar valor a ese evento, inicialmente no pregunté qué quería decir eso aunque el verbo lo comprendía, me llamó la atención el sufijo “NA”.
Paraguay cuenta con una población mayoritariamente joven, me enteré de que el 70 por ciento de ellos tiene menos de 35 años, lo que quiere decir que hay harto trabajo de formación integral y por otro lado, hay mucha esperanza de que se formen bien si siguen haciendo lo que están haciendo. ¿Qué es lo que están haciendo? Pues dar a los valores, a los principios y a las leyes universales el lugar que les corresponde.
La esperanza es un valor fundamental para la vida, es un estado mental que tiene que ver con la fe para el futuro, con la visión, con las decisiones que se tomarán y con las acciones que deben seguir a esas decisiones. En este caso, decisiones y acciones que únicamente dependerá de cada paraguayo y no así de su Gobierno, de la empresa donde trabaja, de la universidad donde estudia, de su vecino o de la esposa. Son decisiones personales que los llevarán a acciones concretas y les permitirá llegar donde quieren llegar.
Si hay una diferencia que encontré comparando con otros países es que ellos se resisten a ser una “sociedad como tal” y se comportan aún como una “comunidad”, rasgo excepcionalmente hermoso, pues ahí las personas se llaman por su nombre, si el vecino necesita algo acude al que tiene al lado, se aprecia la cultura del compartir los mates como también las tristezas o las alegrías, conductas que los hace más amigos y sensibles.
No obstante, presentan los problemas de cualquier sociedad donde se necesita la participación consciente de cada ciudadano para que las cosas sean diferentes de como están. Aún hay personas que votan basura en las calles, en los noticieros se escucha la protesta contra la autoridad de turno que no cumplió con su deber, algunos otros no prestan atención a las señales de tránsito, educadores que trabajan por profesión y no por vocación; en fin, muchos son los ejemplos que se pueden mencionar que no son ajenos a nuestra propia realidad.
Realidad que nos lleva a decir o a escuchar aquí o en cualquier parte que “el problema está en LA gente” (la gente ES malcriada; la gente NO cambia; la gente ES abusiva; la gente ESPERA que otro lo haga, hay que educar A LA gente, etc.), todas estas frases son expresadas de manera impersonal; es decir, no asumimos conciencia de que nosotros somos LA gente y que todo empieza EN uno. Todos queremos un mejor mundo, pero no todos actuamos para formar parte de esa mejora.
Cuando pregunté el significado de la palabra “cambiáNA”, me explicaron que esa sílaba —NA— era pedir humildemente “por favor”; en otras palabras, “cambiáNA” es algo como “te pido por favor” o “te suplico que cambies”.
La expectativa de ese cambio no es superficial ni externo, mas al contrario, es algo estructural e interno; no es cambiar un comportamiento momentáneamente; sino, cambiar la forma de pensar de tal manera que ya no se tenga que pensar para hacer lo correcto… sencillamente hacerlo.
Paraguay, Bolivia y los países que quieran sumarse les digo: “cambiáNA”, por nosotros y por nuestros hijos porque definitivamente la transformación está en uno o mejor dicho está en MÍ.
Jean Carla Saba es conferencista, escritora, coach ejecutiva y de vida.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad de la autora y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.
