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urante los últimos cinco años, la gestión municipal en La Paz no solo sufrió un estancamiento, padeció un retroceso evidente. La sede de gobierno, orgullo histórico y Ciudad Maravilla del Mundo, sufrió un deterioro institucional y urbano alarmante. Resaltó la improvisación en la planificación, abandono de servicios fundamentales y vulnerabilidad frente a riesgos naturales que ya no deberían sorprendernos.

Los responsables, junto a sus cómplices políticos -también electos-, permitieron que la ciudad retrocediera en lugar de avanzar. No se trata de un ataque, sino de un llamado urgente a la responsabilidad institucional. A todos los aspirantes a la Alcaldía debe quedarles claro: La Paz no necesita héroes ni campañas emotivas, necesita gestores públicos de verdad.

Administrar una ciudad como La Paz exige más que carisma y slogans. Requiere conocimiento técnico, planificación a mediano y largo plazo, coordinación metropolitana y participación activa de la ciudadanía. En ese marco, hay diez desafíos estratégicos que me permito sugerir y de los cuales se debería hablar.

1. Institucionalidad y la planificación estratégica

La ciudad carece de estructuras técnicas sólidas capaces de garantizar continuidad más allá del ciclo político. Consolidar un Plan Estratégico Municipal con participación de colegios profesionales, universidades y organizaciones sociales permitiría establecer prioridades, metas medibles y presupuestos coherentes. Sin institucionalidad, la inversión pública se convierte en gasto, y la gestión en improvisación.

2. Gestión de riesgos y la seguridad

La Paz no puede seguir reaccionando ante las lluvias y deslizamientos como si fueran fenómenos inesperados. La prevención debe ser el eje central de la gestión. Es urgente consolidar un sistema integral de gestión de riesgos con mantenimiento de vertientes, actualización de planos de riesgo y protocolos de emergencia claros. Pasar de la reacción a la previsión estratégica salvará vidas y recursos.

3. Ordenamiento y control territorial

Los loteamientos y construcciones fuera de norma no son errores, son síntomas de debilidad institucional y, en algunos casos, de complicidad. Aplicar la norma con firmeza es una forma de proteger la vida, el patrimonio arquitectónico y el medio ambiente. Una ciudad ordenada es una ciudad segura, eficiente y sostenible.

4. Agua potable: cantidad, calidad

Garantizar el acceso universal requiere infraestructura confiable y monitoreo constante. La cobertura debe priorizar barrios periféricos y zonas en expansión. La gestión del agua no es solo un tema técnico, sino un indicador de salud pública y gobernanza.

5. Movilidad urbana ordenada

La congestión cotidiana de La Paz demanda una reestructuración del transporte. Integrar rutas básicas con Teleféricos, PumaKatari y transporte intermunicipal debe ser prioridad. La implementación de parqueos planificados y avenidas funcionales reducirá tiempos, contaminación y caos.

6. Participación ciudadana real

No hay gobernanza sin control social efectivo. Presupuestos participativos, audiencias ciudadanas y portales de datos abiertos deben dejar de ser promesas para convertirse en herramientas de corresponsabilidad. Una ciudadanía informada y vigilante fortalece la transparencia, reduce la corrupción y mejora la calidad de las políticas públicas.

7. Espacios públicos para todos

Las calles, plazas y aceras pertenecen a los paceños, no a intereses particulares. La recuperación del espacio público y la organización de ferias bajo criterios técnicos fomentan convivencia, orden y seguridad. La ciudad debe ser un lugar para vivir, no para sobrevivir entre desorden.

8. Modernización administrativa

El gobierno municipal debe ser ágil, transparente y eficiente. La digitalización de trámites y el seguimiento público de proyectos son herramientas que reducen la burocracia, eliminan intermediarios y generan confianza.

9. Gestión de residuos

El manejo de residuos debe dejar de ser un problema y convertirse en oportunidad. Separación, reciclaje y tratamiento industrial puede reducir la contaminación y fortalecer la sostenibilidad ambiental, incluso soñar con transformar la basura en recurso económico.

10. Cultura y turismo

La Paz tiene todo para consolidarse como destino cultural, gastronómico y creativo de talla internacional. Políticas integradas de turismo y cultura pueden dinamizar la economía, generar empleo y fortalecer la identidad paceña. La cultura no es solo fiesta, es inversión.

En conclusión:

Más allá de estos diez desafíos, La Paz exige algo más profundo: visión, capacidad técnica y ética. No bastan los discursos heroicos ni los eslóganes coloridos; la ciudad necesita gestores capaces de transformar los retrocesos en progreso perceptible.

La Paz no necesita salvadores. necesita servidores con planificación, conocimiento y compromiso. Los electores paceños son exigentes, tienen memoria y saben distinguir entre la acción simbólica y la gestión eficiente. El futuro de la ciudad no se construye regalando pancitos, tapando baches o regalado condecoraciones, sino con resultados concretos.

Rodrigo Salinas Luna Orozco es profesional en Ciencia Política y Gestión Pública.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.