
a forma en que se eligió al Fiscal General del Estado parece confirmar, una vez más, que la supuesta división interna del Movimiento al Socialismo (MAS) no es más que una cortina de humo destinada a distraer la atención de los verdaderos problemas económicos, políticos y sociales que enfrenta nuestro país. Desde el inicio del gobierno de Luis Arce, los conflictos internos del MAS no han cesado. Las primeras disputas surgieron con el nombramiento de ministros cercanos a Evo Morales y continuaron a lo largo de todo el mandato de Arce y continúan con los últimos conflictos judiciales relacionados con los casos de estupro agravado y trata y tráfico de personas con los que se imputa a Evo Morales, en todo caso los conflictos internos del MAS han mantenido un constante protagonismo en lo que aparente ser una lucha encarnizada de división y fraccionamiento en el MAS.
Sin embargo, la rapidez con la que arcistas y evistas se pusieron de acuerdo para designar al nuevo fiscal general, Roger Mariaca, ha dejado boquiabiertos a más de una analista, periodista o ciudadano común. En esta votación también se verificará el apoyo de supuestos disidentes de Comunidad Ciudadana (CC) y de CREEMOS, lo que plantea la cuestión de cómo se logró una mayoría abrumadora que superó los dos tercios, algo que no habría sido posible únicamente con los votos del arcismo y del evismo. Este hecho debería llamar la atención de Manfred Reyes Villa, ya que algunos de los votantes provendrían de la bancada alineada a su candidatura, lo que lo hace ver, de alguna manera, como un aliado del MAS, aunque él se ha ocupado de desmentir categóricamente esta asociación.
Aquellos que consideramos que la supuesta división del MAS no es más que una estrategia orquestada por los socialistas del siglo XXI, cuyo centro de mando se encuentra fuera de nuestras fronteras, sostenemos que, en el momento oportuno, el MAS encontrará la fórmula para unificarse una vez más. La repentina unidad en torno a la elección del fiscal general, una figura clave en el aparato de persecución penal, refuerza esta creencia. Cuando la situación se torna crítica, los evistas y arcistas dejan de lado los insultos, las órdenes de aprehensión, los bloqueos, y suman votos, aliados y cualquier recurso necesario para consolidar y defender sus intereses. Este mismo escenario se repetirá en las elecciones de 2025, siempre habrá un as bajo la manga para descolocar a la oposición y sorprender a la ciudadanía. Ojalá que, en ese momento, no nos encuentren desprevenidos y con posturas individualistas que desprecien la unidad de la oposición o que confíen ciegamente en la unidad del electorado. Esta unidad, en términos simples, implica depender del voto útil, del voto "en contra de", una estrategia que, en los últimos años, nos ha llevado al desastre, dividiendo el voto opositor e impidiendo el triunfo de candidatos que, por su individualismo, desestimaron la necesidad de una coalición opositora para derrotar al MAS y cuyos resultados lo vivimos en 2010, 2014, 2019, y con mayor daño en 2020.
Permítanme, sin embargo, una disquisición. Otra lectura de esta repentina unidad en torno al nombramiento del fiscal general sugiere que mentes frías y calculadoras habrían considerado conveniente un pacto circunstancial que paralizaría temporalmente sus diferencias en aras de un beneficio mutuo. En uno de los bandos, el jefe enfrenta órdenes de aprehensión; en el otro, se calcula que tarde o temprano podrían estar sometidos a procesos judiciales. Ante esa eventualidad, un pacto de impunidad parece más ventajoso: que el fiscal y la fiscalía a su cargo actúen de manera discreta, o directamente manipulada, en los casos judiciales, para que al final Evo termine como el difamado e injuriado de una fiscal de Tarija cuyo nombre nadie querrá acordarse y que el gobierno de Arce, culmine su mandato sin riegos ni sobresaltos en el futuro.
Sea cual fuere la interpretación correcta, el resultado parece ser el mismo: impunidad judicial para ambos bandos y, lamentablemente, mayor desesperanza e impotencia para el pueblo boliviano.
Gustavo Blacutt Alcalá es abogado.
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