
n la sombra de gigantes fintech latinoamericanos como Brasil y México, una revolución silenciosa se está gestando en Bolivia. El sector financiero-tecnológico del país andino, aunque modesto en comparación con sus vecinos regionales, muestra signos inequívocos de vitalidad que han comenzado a atraer la atención de inversores internacionales. Este despertar tardío, pero prometedor, podría transformar profundamente el panorama financiero boliviano durante la próxima década.
Los números son reveladores: el ecosistema fintech boliviano representa actualmente el 32% del total de startups tecnológicas del país, superando ampliamente a sectores como edtech (16%) y e-commerce (10%). Esta preponderancia no es casual. En un país donde una porción significativa de la población permanece fuera del sistema bancario tradicional, las soluciones tecnológicas para servicios financieros encuentran un terreno fértil para prosperar. Las estadísticas más recientes muestran un crecimiento del 13% en el número total de startups activas en Bolivia durante el último año, alcanzando 167 emprendimientos tecnológicos en 2024.
A diferencia de otros mercados latinoamericanos que han experimentado explosiones repentinas de actividad fintech, Bolivia muestra un desarrollo más orgánico y pausado. "En Bolivia aún no han irrumpido con fuerza las fintechs, como sí ha pasado en los países vecinos", observa Sergio Asbún, gerente general del Banco Económico. Esta realidad contrasta marcadamente con el crecimiento regional del 340% en los últimos seis años, que ha llevado el número de empresas fintech en América Latina y el Caribe de 703 en 2017 a más de 3.000 en 2023.
El ritmo moderado del desarrollo fintech boliviano refleja los desafíos estructurales que enfrenta el sector. La ausencia de un marco regulatorio específico para estas empresas genera incertidumbre tanto para emprendedores como para inversores potenciales. La brecha digital, aunque en retroceso gracias a la creciente penetración de smartphones, sigue representando un obstáculo significativo para la expansión de servicios financieros digitales, especialmente en zonas rurales. Quizás el desafío más apremiante ha sido la escasez de capital de riesgo específicamente orientado al sector, una limitación que ha restringido el crecimiento y la escalabilidad de las iniciativas locales.
Es precisamente este último factor el que podría estar cambiando con la reciente llegada de Yango Ventures al país. El fondo de inversión respaldado por el conglomerado tecnológico ruso-holandés Yango Group ha destinado $us 20 millones para financiar startups en mercados emergentes, incluyendo Bolivia, con un enfoque prioritario en el sector fintech. Con tickets de inversión entre $us 250.000 y $us 350.000, Yango Ventures representa no solo una fuente fresca de capital sino también un modelo integral de apoyo que incluye mentorías, asesorías y alianzas estratégicas, elementos cruciales para superar las barreras al crecimiento que han enfrentado las fintech bolivianas hasta ahora.
Esta inversión internacional no surge en el vacío. Desde 2019, el ecosistema emprendedor boliviano ha contado con Escalatec, la primera sociedad de inversión en capital emprendedor del país, enfocada en impulsar startups en etapa temprana. Aunque sin un énfasis explícito en fintech, esta iniciativa pionera ha contribuido a cultivar un entorno más favorable para la innovación tecnológica en el sector financiero, conectando a emprendedores con clientes e inversionistas tanto locales como regionales.
La distribución geográfica del ecosistema emprendedor boliviano muestra una concentración significativa en tres centros urbanos: Santa Cruz lidera con el 41% de las startups, seguida por La Paz con 36% y Cochabamba con 16%. Esta geografía de la innovación refleja las dinámicas económicas del país, con Santa Cruz emergiendo como el hub principal del emprendimiento fintech. No es casualidad que Juan Pablo Velasco, country manager de Yango, haya destacado a Santa Cruz como "una de las ciudades más importantes del mundo en términos de viajes por habitante", revelando el potencial de consumo y adopción tecnológica que perciben los inversores extranjeros.
A pesar del desarrollo más lento en comparación con Brasil (498 fintech), México (249) o Colombia (128), Bolivia ya cuenta con casos prometedores como Pibox (plataforma para pagos y transferencias), MobiFin (soluciones de banca móvil) y Hyperion (enfocada en blockchain para transacciones financieras). Estas iniciativas representan la vanguardia de un sector que podría experimentar un crecimiento acelerado si logra capitalizar el interés creciente de inversores internacionales.
El desafío para las fintech bolivianas, según explica Allison Silva, directora de Fundación Emprender Futuro, es que no basta con resolver un problema local; las soluciones deben ser escalables y rentables para atraer inversión significativa. "Es importante que orienten sus esfuerzos hacia un mercado potencial grande. Es aquí donde el modelo de 'corporate venturing' juega un rol fundamental, porque permite construir relaciones estratégicas en las que todos crecen y se fortalecen mutuamente", señala Silva.
La ambición de Yango Ventures de escalar sus fondos a $50 millones y posteriormente a $100 millones podría marcar un punto de inflexión para el sector. Su modelo de inversión directa desde la casa matriz, sin limited partners externos, les confiere una agilidad operativa que podría adaptarse eficazmente a las peculiaridades del mercado boliviano. Este enfoque, combinado con su estrategia de priorizar no solo fintech sino también software B2B y SaaS, sugiere una visión integrada del ecosistema tecnológico boliviano que podría beneficiar al sector financiero digital a través de sinergias con otros verticales.
El futuro del sector fintech boliviano dependerá en gran medida de su capacidad para aprovechar sus fortalezas—como la alta penetración de smartphones y el amplio segmento de población no bancarizada—mientras aborda sistemáticamente sus debilidades regulatorias y de acceso a capital. El creciente interés de inversores internacionales sugiere que, aunque tardío en comparación con sus vecinos, el ecosistema fintech boliviano podría estar alcanzando un punto de madurez suficiente para atraer los recursos necesarios para su despegue definitivo.
La evolución del sector desde los primeros mapeos en 2019 hasta la llegada de Yango Ventures en 2025 muestra una trayectoria ascendente que, aunque gradual, es constante. Si Bolivia logra capitalizar las lecciones aprendidas de ecosistemas más desarrollados en la región mientras adapta los modelos de negocio a las necesidades específicas de su mercado, el país podría protagonizar la próxima ola de innovación financiera en Latinoamérica. Para alcanzar este potencial será crucial la colaboración entre startups, instituciones financieras tradicionales, inversores y reguladores en la creación de un ecosistema robusto que contribuya significativamente a la inclusión financiera y al desarrollo económico del país. En un momento en que el capital global revalúa sus estrategias de inversión y busca oportunidades en mercados menos saturados, Bolivia podría encontrarse en una posición privilegiada. Su revolución fintech, silenciosa pero persistente, está enviando señales cada vez más fuertes a los radares del capital de riesgo internacional.
Marcelo Camacho Herrera es experto en startups y emprendimiento.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.