
as elecciones del pasado 17 de agosto fueron impecables. A más de algún pequeño incidente, sin mayor trascendencia, las elecciones se han llevado a cabo de forma adecuada. Punto alto para el Tribunal Supremo Electoral (TSE) que las organizó y condujo y un merecido reconocimiento al pueblo boliviano que demostró un alto nivel de convivencia democrática. En ese marco, me permito señalar algunas lecciones que me parece importantes:
1. La crisis de los partidos políticos y la ausencia de estructuras partidarias organizadas es una constante y ningún partido se anima a encarar ese problema. Los partidos y alianzas reconocen ese problema, pero, igual, siguen actuando de forma imprevista o apresurada, improvisando propuestas, presencia regional e incluso candidatos (a falta de militantes, buenos son los familiares para llenar espacios en las listas). La imagen que mejor expresa esta crisis es que los partidos son apenas siglas convertidas en cascarones con nombre, con dueño y alquilables al mejor postor.
2. No hubo propuestas sólidas, salvo la de Alianza Unidad. Gran parte de las propuestas partidarias han sido un listado de buenas intenciones, hechas a la rápida o con ayuda de la inteligencia artificial. Muchos candidatos demostraron el desconocimiento de sus propias propuestas y pasearon el país repitiendo algunas consignas mecánica y machaconamente.
3. Los liderazgos tradicionales siguen vigentes, con más fuerza y los candidatos presidenciables que van a definir en la segunda vuelta tienen muchos años en la dinámica política. No es que no hubo nuevas caras, lo que sucede es que también esas caras nuevas fueron con candidatos improvisados que no inspiran mayor confianza; ejemplo el vice de Tuto o el candidato presidencial de ADN. ¿Cómo se explica la ausencia de nuevos liderazgos? Por la misma razón que explica que no existan partidos políticos organizados: No interesa a los dueños de los partidos ya que puede llevarlos a la pérdida de su protagonismo político.
Veamos algunos aspectos parte por parte:
1. Sobre el partido ganador (PDC)
Ha ganado quien menos se esperaba, tal vez ni ellos mismos. El partido PDC, dividido, con dos direcciones políticas, disputaron hasta el último momento la participación en las elecciones y no quedó clara la forma en que resolvieron sus divergencias. Así, participaron con un proyecto político débil, sin siquiera completar su lista de candidatos, con un discurso demagógico y populista y una visión difusa de lo que quieren hacer para salir de la crisis y gobernar. Si ganan en la segunda vuelta iniciaremos un proceso de transición difícil, con tinte populista, con mucha incertidumbre y, posiblemente, muy inestable.
Lo que queda claro con esta victoria de R. Paz es que el ciclo de lo nacional-popular no acaba de cerrarse. Los sectores populares que votaban por el MAS, por simpatía, convicción o por cooptación (no necesariamente militantes en su estructura), no se encontraron representados en las diferentes versiones de la implosión masista y tampoco se sintieron representados en Unidad y Líder, por lo que optaron por una candidatura política que les exprese (represente) sin contaminarse con los extremos polarizantes (Tuto–Andrónico) ni con un centro político (Unidad) con imagen de clase media, urbana. Necesitaban un espacio de identidad popular y el candidato a la vicepresidencia de R. Paz (Cap. Lara) se conectó emocionalmente con ellos haciendo propuestas populistas y/o demagógicas. Esa victoria de R. Paz genera expectativas, pero también temor de una gestión con tufillo de pragmatismo político que tanto daño ha hecho al país y a la institucionalidad partidaria a principios de esta siglo; un pragmatismo político más libre, sin el “corsé” de las posiciones políticas tradicionales y con perspectivas más amplias de concertación pero más frágil y riesgosa por los equilibrios que tendrá que hacer el nuevo gobierno, mucho más si no tiene propuestas claras para resolver los graves problemas económicos, sociales y ambientales a breve plazo.
2. Sobre Alianza Unidad (Samuel)
No se esperaban ese resultado; en el mejor de los casos, segundos, pero nunca terceros. K.O.
Las encuestas les generó elevados grados de autosuficiencia y el convencimiento de ser ganadores. No había mucho que corregir, todo está siguiendo el curso de lo establecido y cualquier sugerencia que se hacía no era digna de atención, mucho más si ello significaba revisar lo planificado.
Era contradictorio escuchar que Samuel era empresario, que no era político, cuando, en los hechos, estaba haciendo política participando como candidato en unas elecciones políticas para presidente del país (no para una directiva escolar). De forma similar, cansó el discurso del emprendedurismo porque la gente se daba cuenta que no es lo mismo ser emprendedor en condiciones normales, como opción de vida asumida reflexivamente, que ser “emprendedor” por necesidad, como gremialista, vendiendo algo para ganarse el sustento diario. Ese doble discurso no conectaba emocionalmente, con amplios sectores populares de la población.
La propuesta, conducta y actitudes estuvieron marcados por un fuerte “tufo” urbano y de clase media, con una superficial llegada a los sectores indígenas y populares, particularmente en la región occidental; en el campo, campo, en los yungas, en las minas, barriadas, etc. No basta ponerse un poncho o un casco para expresar identidad con un sector, hay que generar empatía comprometida con las preocupaciones y aspiraciones de esos sectores; hay que establecer una conexión emocional.
En este sentido, se repitieron los errores de siempre y no se comprendió que los sectores populares estaban buscando ser escuchados con empatía (no formalmente) y espacios de participación que les permita ser parte activa del proceso. Se hace necesario señalar otros tres factores importantes. Primero, la “guerra sucia” fue efectiva, influyó en mucha gente y no fue posible neutralizar por el torrente que vertieron y las medias verdades propaladas; frente a ello no se contó con una estrategia para neutralizar esa embestida; el segundo factor es que Creemos y el liderazgo de Camacho fueron débiles, cascarones casi vacíos, poco consistentes y con capacidad de convocatoria disminuida. Se confió mucho en ese factor, se desplegó demasiado esfuerzo y recursos en Santa Cruz y los resultados no condicen con esa inversión y finalmente, el tercer factor es una verdad muy conocida, en política hay sumas que restan. El apoyo de Almaraz fue inoportuno para Santa Cruz y el de Claure fue impertinente. Sin querer, generaron la idea que dos millonarios querían formar un gobierno plutocrático.
¿Se acabó Unidad? No creo.
La Alianza tiene una columna vertebral que se llama Unidad Nacional (UN) lo que le permite contar con una estructura mínima para seguir funcionando; tiene un liderazgo, entre ellos Lupo, y un equipo que pueden generar condiciones de institucionalidad partidaria y una organización mucho más estructurada y con alcance nacional, superando las improvisaciones y los intereses personales o circunstanciales. Quedará el desafío de elaborar una propuesta menos tecnocrática, que recoja el sentir de la ciudadanía de a pie y fortalecer la organización con estructura regional, sectorial y de “causas”, todo ello apoyado por intensivos procesos de capacitación política. Un proyecto de esta naturaleza podrá ayudar a elevar la forma y el nivel de hacer política y de reconstruir la institucionalidad partidaria.
3. Sobre la Alianza Libre (Tuto)
La Alianza Libre fuer organizada de forma improvisada para responder a la coyuntura electoral y para generar un espacio a la candidatura de Tuto, rompiendo el proceso del Bloque de Unidad que buscaba una oposición democrática. No tiene una estructura partidaria y como organización responde a la sumatoria de intereses personales, familiares (candidatos en familia) o de grupo (empresarios tipo Marinkovic) y se sabe bien que la sumatoria de intereses personales no genera estructura partidaria.
Electoralmente salieron segundos y tampoco se esperaban este resultado. Su brigada parlamentaria conformada tiene algunas personalidades conocidas y sus antecedentes no garantizan un juego político acorde a las circunstancias.
Sus perspectivas de conformar una organización sólida son frágiles, salvo que se mantengan aprovechando su pequeño peso parlamentario. Sin liderazgo de recambio, sin equipo político de peso y con un discurso político polarizante, sus perspectivas de vida política son inciertas.
4. Sobre otros partidos y liderazgos
El masismo ha perdido, no tiene ninguna capacidad de influencia parlamentaria, pero no está muerto. Estará presente en las calles, enfrentado las medidas gubernamentales, debilitando la gestión gubernamental e institucional, desestabilizando la economía y la política del país.
En cuanto a los (neo)liberales (Manifiesto de Urubó como punto de partida) su fracaso es mas que evidente. No lograron consolidar un proyecto político organizado; terminaron abortados, divididos entre ellos y en la mayor dispersión.
Por otra parte, la dirigencia o liderazgo oriental (camba) no logró despegar y quedaron como segundones de otros líderes de occidente. Salvo B. Marinkovic, ninguna personalidad o liderazgo cruceño logró quedar políticamente posicionado a nivel nacional. “Entregar el pueblo” (G. Añez) a otro líder no es suficiente, así como no es suficiente seguir vanagloriándose de un modelo económico que funciona y querer controlar desde ese poder a las autoridades políticas nacionales. Es fundamental construir un proyecto nacional desde Santa Cruz; un proyecto político que enamore y genere liderazgo nacional desde el oriente. Es una tarea pendiente para los próximos años.
5. Sobre los malos agoreros
Estas elecciones estuvieron infectadas de malos agoreros que veían problemas y fantasmas por todo y por nada. Que el padrón está contaminado y no ofrece garantías de limpieza electoral; que el fraude está preparado por el MAS con los resultados ya establecidos y lo único que falta es la formalidad de ir a votar; que los aviones venezolanos y rusos están trayendo miles de personas para hacer fraude en todo el país; que los zombis están listos para salir de sus tumbas e ir a votar; que los partidos están en negociaciones secretas entre el MAS y los partidos que encabezan las encuestas para dividirse los resultados y someter al pueblo; que el TSE ya tiene listo el fraude a través del Sirepre; que las teorías conspirativas de Irán, Cuba se encuentran listas para operar, etc, etc.
Todo ese alarmismo sin fundamento que desentonó el proceso electoral se cayó estrepitosamente, pero nadie asume ni reconoce, autocríticamente el ponsoñoso rol que jugaron generando duda e incertidumbre de forma irresponsable. Felizmente, y vuelvo al párrafo inicial, las elecciones fueron impecables y quedará inscrita en la historia como una jornada democrática que permitirá salir del desastre al condujo el MAS y abrir las puertas de un renovado proceso de reconciliación y reconstrucción nacional.
Queda por delante el desafío de aprender algunas de estas lecciones y corregir, adecuadamente, para enfrentar los nuevos procesos electorales que se avecina.
Edgar Cadima Garzón es matemático, educador y político.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.