
demás de la falta del diésel en los surtidores y del precario abastecimiento de gasolinas, comenzaron largas filas de personas en Santa Cruz buscando adquirir GLP en garrafas. Las distribuidoras distribuyen 1.500 de las 10.000 que repartían diariamente hace cinco años. Comenzó la crisis del GLP, advertida por el exministro de Hidrocarburos Álvaro Ríos.
La escena se repite en distintos puntos de Santa Cruz: varias personas con garrafas de GLP forman largas filas para adquirir el producto, mientras que ningún funcionario de las empresas distribuidoras sabe con certeza si el camión llegará, si traerá suficientes garrafas o si alcanzará para todos, reseña el diario El Deber.
El suministro irregular de Gas Licuado de Petróleo (GLP) alcanza niveles críticos. Actualmente, las empresas distribuidoras operan apenas al 15% de su capacidad debido a la falta de garrafas en buen estado. Esta situación provoca escasez del producto, retrasos en la entrega y la aparición de un mercado paralelo que encarece un insumo básico para miles de familias.

Solo en el área urbana de Santa Cruz, alrededor del 70% de los hogares depende del GLP para cocinar sus alimentos. Sin embargo, la falta de reposición de envases en los últimos 20 años ha provocado que más de 1,5 millones de garrafas estén fuera de circulación, lo que los distribuidores califican como un verdadero “cementerio de garrafas”.
Ernesto Zamora, presidente de la Cámara Departamental, señaló que, según el Censo 2024, el 65% de los hogares en Santa Cruz utiliza GLP como principal combustible, cifra que aumenta al 70% en la capital cruceña.
“Millones de personas dependen del GLP para tener una calidad de vida digna. Esta cadena está a punto de quebrarse por un elemento fundamental: las garrafas no alcanzan para operar”, explicó.
Fernando Segovia, presidente de la Cámara Nacional, denunció que actualmente las empresas trabajan con solo el 15% del total de garrafas disponibles, lo que provoca retrasos en la distribución y una disminución notoria de la calidad del servicio.

“Si una empresa normalmente distribuye 10.000 garrafas, ahora trabaja con 1.500. Los camiones deben circular más rápido, muchas veces de noche, para cumplir los cupos diarios, pero la población lo nota: hay menos camiones y menos gas en los barrios”, detalló.
Segovia explicó que el problema se debe a desequilibrios históricos en el sistema de reposición y reparación de garrafas, administrado por Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).
El empresario aseguró que en los últimos cinco años, solo se ha reparado una fracción de las garrafas en desuso, mientras que más de un millón y medio permanecen en engarrafadoras como “cementerio de garrafas”, sin haber sido recicladas o sustituidas por nuevas. “Hace cinco años se retiraban mensualmente unas 9.000 garrafas viejas y se reponían entre 6.000 y 7.000. Hoy se retiran casi la misma cantidad, pero apenas se reponen 2.000 nuevas y se arreglan 2.500”, detalló Segovia.
El dirigente señaló que el sistema actual, con tarifas congeladas desde hace décadas para la reposición y reparación, limita la capacidad de las empresas privadas de mantener el servicio.
“Cada garrafa tiene un monto destinado a su arreglo, pero ese valor es el mismo desde hace 20 años. La consecuencia es que hay menos garrafas en circulación, y las que existen están envejecidas”, dijo.
Zamora y Segovia coincidieron en que la falta de intervención estatal ha agravado la crisis, dejando a las empresas con recursos limitados para cumplir con la demanda. Según Segovia, la escasez no solo afecta al consumidor doméstico, sino que también genera un mercado distorsionado, donde algunos acaparan garrafas para venderlas a precios más altos que los regulados.
“Estamos utilizando las garrafas hasta lo último. Muchas ya no tienen solución, y sin envases no podemos sacar GLP. Es como si Coca-Cola quisiera vender gaseosa sin botellas”, ilustró Segovia.
Zamora advirtió que la crisis podría abrir espacio a la especulación. “El GLP es como el pan de batalla, un artículo de primera necesidad. Cuando no se encuentra, surgen mercados paralelos donde se revende a precios por encima de los legales. Y quien paga las consecuencias es la población”.
No es la primera vez que Santa Cruz, y el resto del país, enfrenta problemas de abastecimiento de GLP. En agosto ya se registraron largas filas y un incremento inusual en los precios. En algunas regiones fronterizas, el costo de una garrafa llegó a superar los Bs 80, cuando el precio oficial del cilindro ronda los Bs 22,50.
Respecto al actual problema, la estatal YPFB aún no emitió un comunicado oficial. El Deber intentó contactar al presidente de la compañía, Armin Dorgathen, pero el ejecutivo no respondió a los mensajes enviados por esta redacción.
En pronunciamientos anteriores, YPFB sostuvo que el abastecimiento de GLP se mantiene “con normalidad” y que no existe desabastecimiento en Santa Cruz, asegurando que los despachos diarios alcanzan las 38.000 garrafas.
Además, la empresa estatal informó que, a escala nacional, produce y despacha diariamente alrededor de 1.375 toneladas métricas de GLP, cifra que —según sus cálculos— cubriría la demanda proyectada en el país.
La falta de garrafas en buen estado no solo alarga las filas, sino que también obliga a muchas familias a improvisar: algunas recurren a cocinas eléctricas, otras compran leña, y otras terminan pagando más en el mercado negro.