
oviembre de 1841, la existencia de nuestra patria boliviana se ve en peligro por la invasión de extranjeros que sólo quieren ver nuestra destrucción como pueblo y nación independiente, pero los bolivianos sin distinción se pusieron de pie para resistir al invasor y conservar por entre todos los peligros e incluso la vida misma; la independencia de Bolivia, cumpliendo con el testamento político del Mariscal de Ayacucho.
Cabalgando desde todos los rincones de la patria llegaron los hijos de la nación, poniendo a un lado sus diferencias para combatir al soberbio invasor, líderes políticos, caudillos regionales, soldados de toda clase y condición social, viejos que habían expulsado al mar a los ejércitos del rey de España, adultos que habían llevado triunfante el estandarte de Bolivia sobre los territorios y ejércitos de Argentina, Perú y Chile, jóvenes que habían nacido junto con la patria, ¡todos llegaban! Un líder del sur (Belzu), depuso sus ambiciones políticas y envió a su ejército completo para reforzar la defensa, sacrificó sus intereses de ser presidente, ofreciendo sus armas y hombres a la unidad,
Cientos de patriotas; desde los llanos orientales, los valles sub-andinos, las calurosas selvas, el gran altiplano y las cordilleras fueron a ofrecer sus vidas para conservar nuestra independencia.
Ingavi, departamento de La Paz, siendo superados en número casi 2 a 1 nuestros antecesores derrotan al enemigo de Bolivia, quien muere en la batalla (Gamarra) y con él morirían los sueños de conquista, los bolivianos cruzarían la frontera peruana y ocuparían por medio año todo el sur del Perú persiguiendo a los restos del ejército invasor.
Volviendo a nuestros tiempos; de junio a agosto de 2025, la vida democrática de nuestra patria se encuentra en peligro, en peligro de verse sometida al capricho electoral de una sola persona, de un proyecto político que ya ha demostrado su naturaleza de derroche y depredación.
En desmedro de años de vida democrática de la patria, que costó ríos de sangre a nuestros antecesores, corre peligro de ser patrimonio de un sector político (sindicalista) bajo la férula de una sola persona, cuya imagen se ha hecho hasta “omnipresente”.
Más allá de establecer críticas al actual régimen, de las que podríamos hacer muchas, se tiene el hecho de que es precisamente la primera autoridad (Arce Catacora) la que debería dar cumplimiento y hacer respetar nuestra Constitución y las leyes, sin embrago hace todo lo contrario; ya en voces y actitudes por poco ridículas.
No, se puede jugar con la legalidad, la seguridad jurídica y el estado de derecho de nuestra patria. No podemos someter a nuestra nación a las intenciones terroristas a la cabeza de un solo individuo, por eso millones de voces de todo el país hoy reclamamos y manifestamos nuestro rechazo contundente a las intenciones de destruir la democracia y de implantar una dictadura perfecta.
Emulando a nuestros antecesores y más allá de toda ambición política todos los actores políticos (candidatos del bloque democrático) deben de ofrecer sus hombres y recursos al servicio de la patria en defensa de su existencia democrática. Los mezquinos intereses, ambiciones personales y posturas irreconciliables deben de ser depuestas para enfrentar con fortaleza de quien pretende despojarnos de nuestra libertad democrática.
Debemos cumplir el mandato de Antonio José de Sucre y conservar por entre todos los peligros la independencia y democracia de Bolivia, pongamos nuestros talentos al servicio del ideal máximo de la patria, porque en ese noviembre de 1841 y este agosto de 2025 debemos saber muy bien qué; la unión hace la fuerza.
¡Candidatos de la oposición; únanse!
William Torrez Pérez es político y exasambleísta departamental de Oruro.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.