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l tema de las niñas aclla (acllas significa “escogidas” en quechua) permite conocer uno de los aspectos centrales de la sociedad, de las familias y de la economía del imperio Inca. Este tema ha sido lamentablemente poco tratado por los historiadores, los economistas y antropólogos de las diferentes corrientes teóricas existentes en América Latina y en el mundo.
Según las interpretaciones tradicionales del siglo pasado se considera que las acllas serían las niñas de origen noble escogidas por su belleza y entrenadas para servir como sacerdotisas dedicadas toda su vida a ser “vírgenes del sol” o “esposas del sol” al servicio de la religión, del dios inti y de los emperadores. Las niñas acllas se encontrarían recluidas en las “acllahuasis” (casas de acllas en quechua) ubicadas en el Cusco, la capital del imperio, y en otras provincias. Esta interpretación dominante hasta el presente, enfatiza el aspecto religioso de las acllas, lo cual es parcial y superficial.

Pocos cronistas españoles de la conquista han tratado de manera completa el tema de las acllas y de su origen (mi libro Economía y Sociedad del imperio Inca, ver Google, 2018). Entre los cronistas encontramos al capitán Hernando de Santillán (1563-1564) que 30 años después de la llegada de los españoles realizó descripciones perspicaces sobre las mujeres prisioneras de guerra, muchas de origen noble según él, repartidas por el inca a diversos personajes importantes y nobles del imperio, llamadas posteriormente acllas. Estas mujeres debían luego servir de por vida a sus dueños y procrear hijos. A la interpretación de Santillán podemos denominarla “vía externa y militar de generación de acllas” para referirnos a esta manera de creación de fuerza de trabajo femenina al servicio de la nobleza.

En los párrafos que siguen se exponen nuestras conclusiones basadas en el análisis de los aportes tanto de los cronistas como de los investigadores posteriores y contemporáneos. Al conjunto de nuestras conclusiones la llamamos la “vía interna ideológica y administrativa” de generación de niñas aclla.
Cada año los encargados provinciales del imperio llamados “tucricucs”, visitaban a los pequeños campesinos “jatun runas” de los ayllus para escoger a sus hijas más hermosas de alrededor de 8 años. Estas niñas eran luego concentradas en las “acllahuasis”, o casas de acllas situadas a proximidad, y recluidas durante 5 años hasta los doce o trece años de edad.

Durante ese tiempo las niñas debían aprender las técnicas del tejido y de otras artesanías, además de la religión oficial de adoración del dios inti y del respeto a los incas. Sus padres tenían la prohibición de verlas de por vida, penada con la muerte. El proceso institucional de separación de las niñas de su vida social, económica y familiar involucraba cada año a cientos de ellas en los ayllus y provincias del imperio.

Luego de cinco años de vivir en las acllahuasis, las niñas eran enviadas cada año al Cusco, la capital del imperio, para experimentar otro proceso económico y social de gran importancia para ellas y para el imperio. Durante el festejo del “Inti Raymi“ celebrado anualmente en el mes de junio, el Inca que presidía los actos recibía a los cientos de nobles de las provincias y recibía sus regalos consistentes en tejidos finos de “cumbi“ para él y sus parientes, así como joyas e impuestos.

A cambio de estos presentes, el Inca les entregaba como regalos “niñas acllas y yanaconas” en un número que podía variar según su importancia y aportes de cada uno (podían ser 10, 20, 30, 50 niñas o más). También los altos funcionarios del Estado, los jefes militares y sus propios sirvientes y yanaconas recibían niñas en número de acuerdo a sus méritos. Las niñas no podían rechazar a sus nuevos dueños y la que lo hacía era muerta inmediatamente.

Las acllas debían posteriormente vivir en las casas de sus nuevos dueños, nobles beneficiarios de los regalos del Inca. En estas las niñas tenían los deberes de tejer ropa aprendida en las acllahuasis y procrear hijos para sus dueños. Los hijos de las acllas, por su parte, no eran considerados miembros de la nobleza, sino, cuando eran mayores, solo sirvientes subordinados responsables de diversas actividades asignadas por los nobles. Las acllas concubinas no se confundían con las esposas legítimas de los nobles. Estas, en número variable, también de origen noble, eran resultado de alianzas sociales con otras familias nobles.

Otra obligación de las acllas era producir ropa para los intercambios que realizaban los nobles con otras zonas y provincias para acrecentar su riqueza. A cambio de la ropa y de otras artesanías de las acllas, los nobles recibían diferentes bienes producidos en otras zonas como granos, peces, minerales, maderas y distintas materias primas para diferentes usos y actividades de la nobleza o para sus intercambios posteriores con otras zonas.

La materia prima que utilizaban las acllas para sus trabajos venía de la ganadería de camélidos como la llama, la alpaca y la vicuña, prevenientes de los hatos ganaderos del altiplano y de los valles andinos. En las zonas donde no existían camélidos, la materia prima era proporcionada por otros animales y aves, por bienes marítimos y fluviales, por productos tropicales y otras fibras como el algodón de la región amazónica. Existen conservados actualmente en los museos del mundo cientos de ejemplares de los tejidos y artesanías de las acllas. Lo malo de los museos en general es que no informan al público el origen y las características estas obras. Esta tremenda insuficiencia es otra faceta más de la falta de estudios e investigaciones sobre las acllas y sobre esta importante producción de la sociedad y de la economía inca.

En el proceso analizado se observa que intervienen eslabones de una cadena consecutiva de diferentes sectores sociales, institucionales y productivos. Primeramente, se encuentra el sector de los pequeños campesinos de los ayllus que generan las niñas que aún no son acllas; en segundo lugar, intervienen las acllahuasis del Estado, donde se capacitan técnicamente las “nuevas” niñas acllas; en tercer lugar, se encuentran las familias de los nobles que utilizan y se benefician del trabajo de las niñas capacitadas en las acllahusis del Estado y, por último, la administración estatal del Estado que organiza, controla y encubre ideológicamente la cadena productiva e institucional.

En este gigantesco proceso el papel de los nobles es central. Puede parecer cruel a primera vista a los lectores el papel de la nobleza según los valores ideológicos y sociales contemporáneos, pero, en esos tiempos, los nobles directamente o a través del Estado jugaban un papel fundamental para el desarrollo de la sociedad y de la economía Inca. Gracias a este papel la sociedad inca promovía el desarrollo de la agricultura, de la ganadería, de la minería, de la construcción de grandes obras hidráulicas de irrigación, la construcción de caminos, el gran avance de la cultura, etc. Una parte importante de la economía y de la sociedad de América del Sur se desarrollaba rápidamente en beneficio de la prosperidad de su enorme población.

Bernardo Corro Barrientos es economista y antropólogo.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.