
n este artículo veremos las posibilidades de que el gobierno del presidente Rodrigo Paz pueda sentar las bases para emprender la reforma de las universidades públicas y privadas con el objeto de que se modernicen académicamente y contribuyan al desarrollo económico y social del país. En los países desarrollados las universidades constituyen los centros que forman y capacitan al “capital humano” que promueve el engrandecimiento de sus naciones. El capital humano de una organización o país son los trabajadores intelectuales formados en las universidades con capacidad para generar nuevos conocimientos, nuevas actividades culturales, nuevas riquezas e innovaciones productivas. No será fácil ya que las universidades bolivianas -sobre todo públicas- constituyen más bien una especie de territorio separado –¿“territorio fallido?”- que jala hacia el estancamiento y al atraso respecto a las necesidades del país.
La primera etapa de la presidencia actual estará consagrada a la reactivación de la economía, a reorganizar los ministerios y las instituciones del Estado. El presidente, sin embargo, no se limitará a impulsar los sectores económicos y productivos ya que se refirió también a los esfuerzos simultáneos que deben realizar las instituciones públicas y privadas para desarrollar los “recursos humanos” en los sectores de salud y educación. Respecto a este último repitió tres veces “eduquemos, eduquemos, eduquemos” para enfatizar la importancia que tiene la educación para el desarrollo de Bolivia. Sin profesionales bien educados y capacitados en universidades públicas eficientes ¿cómo podrían contribuir al desarrollo de Bolivia?
En el programa de gobierno del Partido Demócrata Cristiano (PDC) presentado durante la campaña electoral, el capítulo sobre la educación no trata específicamente sobre las universidades pero asume como objetivo el “fortalecimiento de las capacidades de investigación del sistema universitario mediante la “inyección de capital público y privado”.
El programa propone la aplicación de las siguientes “siete estrategias”: 1) Fortalecimiento del sistema boliviano de ciencia, tecnología e innovación (SBCTI). 2) Incremento sostenido de la inversión pública y privada en investigación, desarrollo e innovación. 3) Fortalecimiento de capacidades humanas y formación de talentos científicos. 4) Promoción de la innovación tecnológica en sectores estratégicos. 5) Implementación de infraestructura tecnológica y plataformas digitales soberanas. 6) Fomento de la cultura científica y divulgación social del conocimiento. Agenda 50/50 “política al servicio de la gente”. 7) Fortalecimiento de las capacidades de investigación del sistema universitario.
En síntesis, el corazón de la propuesta del PDC está basado en la estructura del Sistema Boliviano de Ciencia, Tecnología e Innovación (SBCTI), en la inyección de capitales públicos y privados en la formación de talentos científicos, en la promoción de la innovación tecnológica en “sectores estratégicos” y en el fortalecimiento de las capacidades de investigación de las universidades. No abarca otros sectores y aspectos.
La propuesta del PDC se muestra positiva pero es parcial y excluyente en cuanto a la “totalidad de lo que es una universidad” y en cuanto a la totalidad de las universidades públicas y privadas. La propuesta se dirige a estimular los sectores de investigación científica y tecnológica de las universidades, pero no a las diferentes actividades que deberían desarrollar las universidades. En resumen, la propuesta del PDC se muestra unilateral y restrictiva en cuanto a las diferentes actividades que debería comprender la formación del capital humano que requiere Bolivia para su desarrollo. Es altamente probable que con solo las “inyecciones” de capital privado y público en las universidades y en los “sectores estratégicos” no se logren los resultados esperados.
Se ven dos aspectos insuficientes en esta propuesta. Por una parte, el Sistema Boliviano de Ciencia, Tecnología e Innovación (SBCTI) existe en las universidades desde hace mucho tiempo, pero con escasos resultados. El Sistema dispone de un fondo de recursos en las universidades y en algunas instituciones públicas para financiar las actividades de investigación de docentes y estudiantes de las distintas facultades y carreras. Lamentablemente estas investigaciones tienen poca o ninguna trascendencia sectorial, nacional y mucho menos internacional. El escaso impacto es debido sobre todo a la baja calidad de las investigaciones resultantes del bajo nivel académico de los investigadores.
Lo malo de este Sistema es que sus recursos financieros e infraestructuras son captados y utilizados en las Facultades y Carreras por grupos de docentes que incluyen en particular a amigos y parientes de los Decanos y Directores. Por otra parte, los beneficiarios de los recursos financieros, los llamados “investigadores de tiempo completo y parcial”, en general de nivel de licenciatura, no reúnen los requisitos académicos necesarios para realizar las investigaciones de alto nivel que se menciona en los objetivos y en la estrategia del PDC. Además, los llamados “investigadores” de las Facultades y Carreras pueden ocupar esas funciones durante muchos años sin que rindan cuentas a nadie por la calidad de sus investigaciones. En síntesis, no se podría considerar como “capital humano” a estos investigadores que demuestran cada día y durante décadas su bajo nivel académico y de rendimiento.
Tampoco se podría calificar de “capital humano eficiente” a la mayoría de los profesionales que se titulan cada año, debido a que su formación solo alcanza el nivel de licenciatura y, además, formados por docentes mayoritariamente de nivel de licenciatura y con conocimientos atrasados. Es difícil pensar que con estas estructuras las universidades puedan formar el capital humano que Bolivia requiere para emprender su desarrollo.
Para contar con un capital humano de buen nivel sería necesario efectuar reformas profundas equiparables a las existentes en las universidades de los países más avanzados y desarrollados. Para realizar estas reformas, Bolivia debería inspirarse en la proclama actual “universidades bolivianas abiertas al mundo” y no “cerradas al mundo”.
Las reformas que requieren las universidades bolivianas para modernizarse son, para comenzar: 1) Dejar de lado la creación de “posgrados” y “magísteres” en las carreras y facultades dirigidas por docentes licenciados y adoptar los niveles de maestrías y doctorados como en las universidades del mundo. 2) Admitir como docentes a doctores bolivianos titulados en universidades extranjeras, 3) Exigir la realización de tesis académicas supervisadas en las maestrías y doctorados y prohibir su compra y venta. 4) Abandonar la práctica de la “endogamia” en la docencia por la cual se da preferencia a los docentes titulados de una misma universidad, entre otras.
Otra actividad que debe desecharse -o disminuirse fuertemente– es la práctica de las “danzas folklóricas” consideradas en las facultades como “actividades académicas” y sujetas a calificación al igual que las demás materias. Debido a estas obligaciones folklóricas los estudiantes pierden más de la mitad del tiempo reglamentario de estudios. La ideología del “pachamamismo y folklorismo” dominante en las últimas dos décadas tuvo un fuerte impacto en las universidades, en los estudiantes y en las instituciones nacionales y subnacionales, pero repercutió negativamente en la pérdida de un tiempo valioso y en la calidad de los profesionales del país.
Es obvio que las reformas y los resultados no pueden lograrse y obtenerse en el corto plazo ya que se requieren varios años de implementación. Es necesario, sin embargo, iniciar desde ahora los primeros pasos. Las autoridades universitarias y los docentes actuales son los llamados para iniciar y dirigir las reformas. Si no se emprenden estas tareas Bolivia corre el riesgo de continuar en el atraso respecto no solo a las universidades del mundo, sino en relación con las universidades de los países vecinos, que realizaron sus reformas hace varios años. Existen en estas universidades y facultades especialistas capaces y experimentados que pueden asesorar en la realización de estas reformas.
Si no se aprovecha este período en que se comienza un nuevo ciclo democrático, Bolivia corre el riesgo de continuar su largo estancamiento de atraso y subdesarrollo.
Bernardo Corro Barrientos es economista y antropólogo.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.
