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ocos esperaban que Rodrigo Paz ganara tanto las elecciones presidenciales del 17 de agosto como la segunda vuelta del 19 de octubre, además, por un margen tan alto. Por otra parte, las encuestas de preferencia electoral, las de antes de agosto y las posteriores, todas registraban márgenes abrumadores que bordeaban el 10% a favor de Doria Medina y de Tuto Quiroga dejando a Rodrigo en la cola de los otros partidos y frentes. Los resultados finales fueron una tremenda sorpresa tanto para los unos como para los otros, tanto para los tutistas como para los rodriguistas. Posteriormente, los que no sabíamos llegamos a saber que en Bolivia los resultados de las encuestas son fijados por los que las financian. Esto está mal obviamente —son manipulaciones—, y tendrá que corregirse.

Ahora debemos preguntarnos por qué ganó Rodrigo, cuáles fueron las razones de fondo. En una de las primeras interpretaciones se decía que los masistas lo apoyaron masivamente, sobre todo aquellos que en la primera vuelta votaron “nulo” e “indecisos”, con más del 10% de los votos. El apoyo del MAS y en particular de los evistas habría sido la razón del triunfo de Rodrigo. Esta interpretación mal intencionada, expresada luego de la primera vuelta, estaba interesada en echar un manto de duda sobre las “verdaderas” intensiones de Rodrigo Paz.

Apoyada en un pésimo concepto sociológico, esta versión considera que los votos nulos e indecisos son como un costal de papas que migran por aquí y por allá según la voluntad de cualquiera. Esta versión no tiene en cuenta que desde hace tiempo el telón de fondo político nacional ya estaba impregnado del rechazo al masismo y en particular al evismo. Es ridículo entonces interpretar que ese 10% o más “pertenecía” a Evo Morales. Ese porcentaje se encontraba en realidad buscando un “buen candidato”.

Una segunda interpretación, aplicada también a los resultados de la primera vuelta, consideraba que la gente, sobre todo la clase media alta de las ciudades, la clase media popular y los pobres informales y desocupados, es decir la mayoría de la población del país, deseaba ver “caras nuevas”, buscaba una “renovación” en los dirigentes del gobierno. La renovación significaba una preferencia, no solo en referencia a los masistas que gobernaron mal durante veinte años, sino también por Tuto Quiroga, una “cara conocida” desde hace muchos años y décadas tanto como gobernante como por adversario tradicional y consecutivo de Evo Morales.

El lenguaje, además, utilizado en los debates “oficiales y televisados” entre los candidatos era importante para la mayoría de la gente, palabras que hacían referencia a temas económicos y políticos comprendidos por los entendidos, pero poco entendidos en los sectores populares. Uno de los candidatos se excedía en tratar temas difíciles de entender por la mayoría de los televidentes.

El lenguaje utilizado por los candidatos durante los debates no era el mismo que utilizaban en los barrios de las ciudades, en los pueblos grandes y chicos, en las zonas rurales y campesinas. El uso frecuente de ponchos y aguayos coloridos en las proclamaciones y discursos públicos tampoco logró conquistar los corazones de la mayoría de los electores ni del campo ni de las ciudades.

En cuanto a las palabras, frases y a la visión de Rodrigo específicamente, hay que tener en cuenta que él venía con diez años de experiencia acumulada como alcalde de la ciudad de Tarija, visitante asiduo de los barrios tanto medios como populares. En Tarija él había adquirido la visión desde una ciudad pequeña y apartada de Bolivia, apartada del “eje central”, en cierto modo algo subestimada por otros. Su experiencia parlamentaria le permitió, además, conocer las estructuras políticas de los partidos oficialistas y opositores, él conoció en particular durante cinco años el funcionamiento y la consistencia de los pilares de Comunidad Ciudadana, (CC), la organización liderada por Carlos Mesa.

Rodrigo informó que en los dos últimos años había visitado cientos de barrios apartados, pueblos chicos y zonas rurales y campesinas de todo el país, haciendo un recorrido de más de 200 mil kilómetros. Algunos no lo creen, pero es verdad. En este recorrido él fue tejiendo muchos contactos personales, tanto con personas relacionadas con el antiguo MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) de Jaime Paz Zamora, relativamente fuerte en los años 90, así como con simpatizantes de partidos aliados de esos tiempos como ADN, MNR, PDC y otros con poca o ninguna simpatía con el MAS de Evo Morales y con sus diferentes facciones y “organizaciones sociales”.

Estos simpatizantes, grupos y amistades serían la base que comenzó a formarse desde hace más de un año y que constituyó la estructura departamental y nacional del Partido Demócrata Cristiano de Rodrigo. De estas amistades y experiencias nacieron también las frases y los objetivos políticos, económicos y sociales del actual Partido Demócrata Cristiano como participante en las elecciones del año del bicentenario. Este partido y estos objetivos nacieron de muy abajo, no de arriba, como lo hicieron otros partidos y frentes políticos participantes en las elecciones.

El telón de fondo político e ideológico y el sustrato del lenguaje y de los objetivos de Rodrigo fueron el resquebrajamiento moral, ideológico y organizacional del MAS IPSP. Las familias de las ciudades y del campo ya no querían saber más de Evo Morales y de su partido que había empobrecido y destruido al país durante cerca de 20 años.

El objetivo económico y social de Rodrigo de “capitalismo para todos” se refería a que el capitalismo no era malo, como lo decía el MAS, que era bueno, pero que tenía que llegar a todos, tenía que beneficiar a todos, que debían reducirse las cargas tributarias para los emprendedores grandes y chicos, facilitar el acceso a créditos bancarios privados y públicos. El capitalismo para todos significaba que debía haber “platita para la gente” con estabilidad para que bajen los precios de los bienes de consumo y de inversión. Que el Estado debe ser pequeño capaz de establecer “reglas claras para ayudar a la gente”, que no debe ser “Estado tranca” que frena y bloquea las aspiraciones de la gente. Finalmente, que “Bolivia necesita del mundo y que el mundo necesita de Bolivia”, significa que Bolivia necesita inversiones extranjeras en los sectores productivos, así como mercados externos para los productos bolivianos.

Estas ideas contrastan con la filosofía impuesta por el MAS durante veinte años, que promovía el socialismo y el capitalismo de Estado, que había que crear más empresas estatales y rechazar al capital y a los inversionistas extranjeros. La filosofía del MAS, en sus distintas versiones y facciones, causó la crisis política, social, económica y creó la pobreza que Bolivia hoy sufre.

Bernardo Corro Barrientos es economista y antropólogo.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.