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asta principios de año se dudaba que podían realizarse elecciones presidenciales limpias en Bolivia, y menos aún entregar la silla presidencial al ganador. Antes de este año la represión contra los sectores democráticos era sañuda, cruel y violenta. En nuestro artículo “Nubes sobre Bolivia” publicado en Datápolis.bo en febrero decíamos “Comentarios en la calle consideran que existen dudas de que puedan realizarse elecciones generales el próximo agosto. Estas podrían incluso anularse o simplemente postergarse y Luis Arce proclamarse ganador”.

Algunos ideólogos del MAS deseaban hasta entonces que el nuevo edificio presidencial llamado la “Casa del Pueblo” debería quedar “500 años” en manos de los sectores sociales. Los que pensaban quedarse definitivamente se inspiraban de los ejemplos de Venezuela, Nicaragua y Cuba, países donde los dictadores, pese a perder sus elecciones, se declaraban ganadores y reprimían y eliminaban a los opositores.

Los gobiernos de Bolivia de las últimas décadas con la filosofía de las dictaduras mencionadas seguían los malos ejemplos. Lo que sucede ahora en Bolivia exhibe un escenario diferente. Con las elecciones presidenciales del 17 de agosto se confirma que el gobierno de Bolivia y el partido MAS no están siguiendo la estrategia de los países del llamado “Socialismo del Siglo XXI”. ¿Cuál es la nueva estrategia?

Hasta principios de este año el presidente Luis Arce parecía seguir la estrategia acordada con el presidente Vladimir Putin de Rusia en junio de 2024. El presidente Luis Arce tuvo en esa fecha un encuentro personal con el presidente Putin precedida de varias reuniones preparatorias sostenidas por autoridades y asesores del gobierno de Bolivia con altos funcionarios rusos.

En la reunión mencionada, en ocasión del Foro Internacional de San Petersburgo, ambas autoridades firmaron un acuerdo de cooperación bilateral de largo plazo por el que Vladimir Putin se comprometía a prestar apoyo multidimensional a Bolivia en salud, energía nuclear, tecnología, en la explotación de litio del Salar de Uyuni y en otros.

Luis Arce, por su parte, expuso a Vladimir Putin su “Modelo de Desarrollo Económico Social Comunitario y Productivo, con sustitución de importaciones”, afirmando que Bolivia constituía un país amigo y aliado verdadero de Rusia en el largo plazo.

Se pretendía que las conversaciones eleven a un nivel político superior las relaciones entre los dos países, similar al existente entre Rusia con Venezuela, Nicaragua y Cuba. Gracias a esta alianza estratégica autócratas como Maduro, Ortega y Díaz-Canel podían mantenerse en el poder durante años incluso perdiendo elecciones presidenciales. La resistencia de la población y los reclamos internacionales no les causaban ninguna preocupación.

Ahora, un año después, se constata que Luis Arce y Vladimir Putin cambiaron de estrategia y de objetivos. Luis Arce ya no piensa en mantenerse en el poder a toda costa como lo hacen los autócratas mencionados. Ahora pretende ceder el gobierno a fuerzas políticas contrarias. ¿Por qué cambió la estrategia?

Una de las razones es que el partido MAS en el poder desde hace veinte años se encuentra debilitado y dividido en varias facciones a tal punto que sus dirigentes reconocen su incapacidad para sobrellevar la responsabilidad de una campaña electoral. A esto se suma que el país se encuentra desde hace varios años en situación catastrófica con todas las cifras económicas en declive y una inflación galopante lo que causa malestar y sufrimiento a las familias y a la población. La grave crisis económica desde hace varios años no podría proporcionar a los candidatos oficiales los argumentos y discursos necesarios para levantar el ánimo y el apoyo de sus bases y sectores sociales.

Es diferente en el caso de los partidos dominantes de los países socialistas mencionados al no encontrarse fragmentados, por lo que no se encuentran obligados de ceder el poder a la oposición. Para ellos es suficiente aumentar la represión interna para mantener su cohesión y obediencia.

En cuanto a Rusia, la razón por la que optó por un cambio de estrategia política hacia Bolivia radica en el conflicto bélico con Ucrania desde hace 3 años y en la fuerte resistencia de la Unión Europea que aumenta cada vez las medidas de presión y castigo contra la economía rusa. En este contexto, no es conveniente para la debilitada economía rusa sostener a Bolivia y al partido MAS con proyectos de inversión de alto costo y de larga maduración como los mencionados. La economía rusa tiene en estos momentos otro tipo de urgencias.

Estas son, por consiguiente, las razones por las que Luis Arce, sin el apoyo de Vladimir Putin y de los múltiples mecanismos encubiertos que utilizan en Bolivia las autocracias de los países del “Socialismo del siglo XXI”, se dispone a dejar el poder y el gobierno pacíficamente a una fuerza política de la oposición democrática. Esta sería la primera vez que sucede en la historia política de América Latina que un país dirigido por una dictadura socialista abandona el poder pacíficamente.

Dejar el poder no significa, sin embargo, que el partido MAS se quedará con los brazos cruzados indefinidamente. Aunque fragmentado y debilitado sus dirigentes emprenderán una resistencia clandestina al gobierno democrático con el fin de entorpecer sus actividades. Desde hace meses prepara las modalidades de resistencia en las instituciones públicas y privadas, en las universidades, en los sindicatos urbanos y rurales, y sobre todo en… el Chapare.

La zona del Chapare es muy importante para el MAS y para sus socios y allegados internos e internacionales. El Chapare produce los elementos que contribuyen al poder de las autocracias de Venezuela, Nicaragua y Cuba, es decir, a los países del “Socialismo del Siglo XXI”. Estos a su vez sirven de puente internacional para que la droga llegue a los Estados Unidos y a otros países consumidores.

Bernardo Corro Barrientos es economista y antropólogo.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.