
eseo compartir algunos apuntes míos al DS 5503, una norma esperada e inevitable.
1. No se trata de un “gasolinazo”: esa norma es mucho más que un ajuste de precios de algunos carburantes, ya que pretende estabilizar la economía de Bolivia, dejada maltrecha por 20 años de populismo, rediseñando el rol del Estado en la economía. Por mi formación y experiencia me ocuparé en esta newsletter exclusivamente de los temas relacionados con la energía, mediante seis NO:
2. No se trata de un ajuste a todos los combustibles: en efecto, se mantiene inalterado el costo del metro cúbico de gas para uso domiciliario y para las termoeléctricas y el costo de la garrafa de GLP. Consecuentemente, no se modifican (por ahora) las tarifas de la electricidad. Los combustibles cuyo precio se ha modificado son la gasolina, el diésel, el GNV, el fuel jet y otros derivados del petróleo. Tampoco se ha modificado el margen de refinación: el precio del petróleo nacional para las refinerías sigue siendo 27,11 $/bbl, o sea, que sigue la subvención a los carburantes producidos en Bolivia.
3. No se trata de un ajuste homogéneo ni linear: la gasolina ha subido 86% (nuevo precio 6,96 Bs/l = 1 dólar oficial), el diésel 163% (nuevo precio 9,80 Bs/l), el GNV 39% (nuevo precio 2,30 Bs/mc).
4. No se ha eliminado totalmente la subvención a los carburantes: únicamente se ha reajustado sus precios en proporción a los porcentajes importados. El 90% del diésel es importado de modo que el nuevo precio es aproximadamente el 90% del precio internacional (del orden de 11 Bs/l). La gasolina importada llega al 60% del consumo de modo que ese porcentaje se ha aplicado al precio internacional, redondeando el resultado a $us 1 oficial (Bs 6,96) lo que facilitará futuros reajustes. Una consecuencia de este reajuste es que se desincentiva el contrabando de diésel y de gasolina, una de las plagas del anterior precio.
5. No se trata de precios indefinidos: su vigencia es de seis meses, al cabo de los cuales se evaluará la pertinencia de nuevos reajustes en función de la inflación, de los precios internacionales de los carburantes y del Tipo de Cambio (TC). No ha habido compensaciones universales, solo sectoriales: un plus a los bonos a los niños y ancianos y un incremento al salario básico (ahora es Bs 3.300, nominalmente $us 474, en realidad poco más de $us 300), que pueden parecer insuficientes en este contexto.
¿Qué pasará? El desafío, para el Gobierno, es contener las inevitables protestas sectoriales (transportistas, gasolineras, gremios en general) y controlar la inflación y la especulación.
Que Dios asista al gobierno.
Francesco Zaratti es físico y analista.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.
