
er “joven” en Bolivia, según la Ley 342, es para las personas que tienen entre 18 y 28 años. Aunque muchos nos creamos “jóvenes de espíritu”, hay que enfrentar una realidad: Bolivia es un país joven en esencia. La mediana de edad es de 25.2 años, y para estas elecciones, se estima que el 27% de votantes comprende en este rango de edad. Es decir, 1 de cada 4 votantes es joven.
Por eso, no es casual que, otra vez, en elecciones, las promesas de “renovación” y “juventud” aparezcan por doquier. Incluso, antes los resultados finales de este domingo, algunos analistas, afirman que el éxito de la dupla Paz – Lara, se debe a su cercanía con la muchachada vía Tik Tok. Aquí me detengo. Te paso este este dato: la cantidad de seguidores de los recientes candidatos Medrano (1.9 M), Samuel (603 K), Andrónico (332 K), Paz (284 K), Johnny (277 K), Manfred (222 K), Tuto (195 K), Eduardo (127 K), JP (111 K), Lara (107 K).
Ciertamente, teoría descartada, pero aplicable a una sociedad que vive y consume la memecracia desde sus teléfonos, y que busca respuestas facilonas a su mente ávida de teorías de la conspiración. Qué tal si ponemos otras cifras, como tema de fondo:
Bolivia, es segundo país a nivel mundial en deforestación, cuarto en minería ilegal, puesto 133 en corrupción a nivel mundial, 150 en el Indicador Doing Business, 164 en Libertad Económica, 98 en el Índice de Competitividad Global, 100 en Innovación y la friolera de 90 días promedio para abrir una empresa según el Banco Mundial.
¿Qué harán ustedes, señores candidatos, frente a los malísimos indicadores del país?
¿Estos indicadores llevan a nuestros jóvenes, precisamente esos que ven, por primera vez, un gobierno diferente, a quedarse en Bolivia con buenas oportunidades y perspectivas, y no sumarse a las filas de la fuga de talentos?
¿Cómo van a resolver cuánto antes la crisis de dólares, las pocas condiciones laborales, la informalidad como escape, el contrabando como oportunidad, la constante mirada del país como “es que así nomás somos” y empezamos a vernos como una sociedad son sólidas bases en educación y economía?
¿Cómo?
¿Con qué cara van a mirar a esta generación que vota por primera vez, cuando en 1, 3 o 5 años, todas sus promesas sean solamente una anécdota al paso y sigamos “nacionalizando chutos” como uno de los candidatos a vice propone sin pudor? ¿Vamos a seguir jugando a ser populares, “influencers, good vibes, green flags o todo que ver” en Tik Tok con la muchachada, o van a empezar a tomarse en serio el rol que les compete?
Para que lo sepan, en la Bolivia de hoy, todavía hay gente que escarba en la basura, que vive en un margen de pobreza y precariedad, mientras ustedes gastaron sin problema, 1 millón de Bs en anuncios para Facebook. ¿Valió la pena? ¿Pueden imaginarse eso? Pueden ver la pobreza en los bomberos que apagan los incendios en Santa Cruz mientras colocan senadores / ganadores / soyeros que ven solamente “ampliación agrícola”?
¿Pueden ver los millones de hectáreas quemadas destruyendo la biodiversidad, mientras están sentados con los empresarios responsable del rubro? ¿Seguiremos de rodillas ante los sindicatos de transporte y las cooperativas mineras? Queremos leer sus respuestas.
Y para que lo sepan, el MAS no se ha ido. Sigue ahí, en forma de Museo de Orinoca, de Edificios en la Villa Sudamericana, de piscina olímpica en Villa Tunari o de Sede Unasur en San Benito, elefantes azules que necesitan soluciones, ¿qué harán ustedes al respecto? ¿Perseguir penalmente a los responsables y convertir estos espacios en beneficio para la gente en pro del arte, deporte o de una vivienda digna? ¿O van a pactar silenciosamente en un acuerdo de no agresión para tener una “transición limpia”?
Queremos respuestas. No guerra sucia ni memes de sus cuarteles de propaganda, queremos saber exactamente, qué va a suceder, por estos jóvenes, que tienen 5 años por delante, para soñar una nueva Bolivia. ¿Están a la altura del desafío?
Mónica Briançon Messinger es periodista.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad de la autora y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.