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E

n el ecosistema periodístico boliviano, caracterizado por la lucha constante entre la censura y la verdad, la pérdida de espacios independientes deja un vacío que no puede llenarse fácilmente. El reciente anuncio de Amalia Pando sobre el cierre de Cabildeo Digital, tras la lamentable partida de su hijo José Manuel Barrios, nos enfrenta a esta realidad con dolorosa claridad.

Cabildeo Digital no era solo un programa; era un faro de integridad en un panorama donde muchas veces la información se ve distorsionada por intereses ajenos al bien común. Bajo la dirección de José Manuel, se consolidó como un espacio que combinaba rigor investigativo con un enfoque crítico y valiente. Su ausencia no solo afecta al ámbito mediático, sino que también debilita la construcción de una democracia que necesita de voces comprometidas.

Recuerdo haber coincidido con Amalia hace más de 30 años, cubriendo áreas tan delicadas como seguridad y narcotráfico. Su temple y pasión eran evidentes, y esa misma energía se reflejaba en su trabajo periodístico. En esa época, conocí a su hijo José Manuel cuando era un niño inquieto y despierto que ocasionalmente la acompañaba a desayunos o almuerzos de trabajo.

Sin ninguna timidez, hacía comentarios sobre la coyuntura, mostrando desde entonces una curiosidad poco común para su edad. No lo vi crecer, pero siempre supe que se convirtió en un profesional íntegro y apasionado. Su desempeño en Cabildeo Digital no solo reafirma su legado familiar, sino también su compromiso con un periodismo riguroso y ético.

El cierre de Cabildeo Digital es más que una decisión personal; es un golpe a la lucha por una sociedad informada y crítica. La valentía de Amalia y José Manuel, que se tradujo en años de periodismo independiente, debe inspirarnos a reflexionar sobre el estado actual de la libertad de prensa en Bolivia. En tiempos donde el encono y los intereses egoístas prevalecen, es vital recordar el compromiso con la verdad y el servicio a la sociedad que este espacio representaba.

Hoy despedimos no solo a un espacio de periodismo, sino también a un joven cuya pasión y profesionalismo dejaron una marca imborrable. El mejor homenaje que podemos rendirles es trabajar por un país donde la verdad y la justicia sean principios inquebrantables.

Eliana Ballivián Ríos es periodista.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad de la autora y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.