
n América Latina y Bolivia seguimos discutiendo si los gobiernos son de izquierda o de derecha, pero esa división cada vez explica menos nuestra realidad. Detrás de los discursos ideológicos persiste una misma base económica: el extractivismo. Lo que cambia en las luchas por el poder del Estado, es quién administra la renta, el Estado o el mercado, no el modelo que la sustenta.
Los gobiernos progresistas socialistas o populistas de izquierda, concentran la renta extractiva en el Estado con promesas de redistribución; los liberales la entregan al sector privado con la esperanza de que la inversión genere crecimiento. En ambos casos, sin embargo, la dependencia persiste: vivimos de la extracción, no de la diversificación productiva. Planificamos el Estado y las Políticas en función de ello.
Para entender este falso debate, hay que diferenciar entre dependencia de la extracción, esa economía que se sostiene casi exclusivamente de exportar materias primas, y renta extractiva, que es la apropiación y uso de los ingresos que esa economía genera. Bolivia y sus políticos lo demuestran ya que el desarrollo se maneja siempre en la búsqueda de la siguiente materia prima, gas, litio, oro, como solución al desarrollo.
Pero nuestro país es mucho más que su subsuelo. Hay múltiples alternativas productivas, culturales, territoriales que no están presentes en la agenda oficial: agroecología, turismo comunitario, bioeconomía amazónica, innovación local, todas pueden ser bases de una nueva matriz productiva sostenible. Pero son ignoradas, perseguidos por el Estado.
La paradoja es que incluso la agroindustria, frecuentemente en este escenario electoral es presentada como la solución definitiva, reproduce la lógica extractivista: expande la frontera agrícola, degrada ecosistemas y desplaza formas de producción más sostenibles. Generando un circulo vicioso en que dependemos de la renta, no del conocimiento ni de la innovación.
Bolivia debe romper la trampa del extractivismo, pensar la economía desde los territorios, no solo desde los ministerios. Lo que enfrentamos no es solo una crisis económica: es civilizatoria. Mientras sigamos viendo la naturaleza como fuente de renta y no como base de vida, seguiremos presos de un ciclo que ni la izquierda ni la derecha han logrado transformar.
César Augusto Camacho Soliz sociólogo, investigador y director de INESLA.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.
