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ochabamba, una vez más, se encontró en una situación de alta tensión. Los bloqueos en el eje troncal del país y la falta de transporte público generaron temor entre los ciudadanos. La sensación era que el departamento podría quedar "aislado", como ha pasado en otras ocasiones.

La mañana del lunes 22 de diciembre, la ciudad amaneció con bloqueos en la Av. Petrolera, Blanco Galindo y Circunvalación. La Administradora Boliviana de Carreteras registraba 18 puntos de bloqueo en el país, concentrados principalmente en la ruta troncal desde el Oriente al Occidente, lo que dejó prácticamente aislada a Cochabamba. La línea roja del tren eléctrico estaba paralizada, y en la Terminal, los pasajes por las nubes, con suspensión de viajes.

El alcalde Manfred Reyes Villa convocó al transporte público pidiendo que no suban el precio del pasaje, sin un análisis de costos y parece que su llamado fue escuchado. La reunión con los choferes terminó con un acuerdo para suspender los bloqueos, lo que trajo un suspiro de alivio a la ciudad.

Pero, ¿es esto una solución real o solo un parche para calmar la situación?

La respuesta está en la política nacional. En la ciudad de La Paz, el Gobierno Nacional convocó a alcaldes y gobernadores para establecer criterios sobre tarifas del transporte urbano e interdepartamental, lo que sugiere que la presión de los bloqueos está dando resultados. Pero, ¿a qué costo?

La desinformación y la incertidumbre siguen siendo los principales enemigos de la ciudadanía.

¿Es una estrategia para minimizar el conflicto? La historia de Cochabamba dice que cuando la información no es transparente, la incertidumbre crece.

Mientras tanto, la ciudad está en tensa calma, a la espera de noticias reales.

Desde el Gobierno se repite incesantemente que “donde había subvención había corrupción” y es muy cierto, aunque eso también evidencia la incapacidad del Estado de luchar contra el contrabando. La pregunta sigue siendo ¿quién pagará el costo de esta crisis?