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E

l decretazo, en muchos sentidos, era inevitable. Mantener la subvención con dólares que Bolivia ya no tiene dejó de ser una opción. El ajuste llega tarde y forzado por las circunstancias. Por tanto, con el margen de maniobra agotado, discutir si debía o no aplicarse resulta casi irrelevante.

Pero que haya sido inevitable, no significa que sea la luz al final del túnel. El DS 5503 puede terminar siendo un éxito… o un fracaso. Hablo en términos económicos, más allá de lo que puedan provocar los conflictos sociales y políticos.

La lógica de la medida es relativamente simple. Al subir los precios de los combustibles, el Gobierno espera recaudar más (en bolivianos) y gastar menos en dólares. También espera reducir la importación de combustibles, bajo la premisa de que el alza desincentivará el contrabando y el consumo excesivo.

El problema es que se trata de una medida muy agresiva y de alto riesgo. La presión inflacionaria puede ser demasiada, tanto que el tipo de cambio termine disparándose, hasta desencadenar una espiral inflacionaria generalizada.

El punto crítico es que nuestro problema de fondo no es en bolivianos, sino en dólares. Si el ajuste desata inflación, la reacción obvia de la gente será refugiarse en el dólar. Si, además, el Gobierno intenta comprar dólares con los bolivianos recaudados, aumentará más la demanda de divisas. Y si el tipo de cambio sube y sube, encarecerá la importación de gasolina y diésel, pudiendo llevarnos hasta un “punto de no retorno” donde la recaudación obtenida comience a evaporarse. Si esto ocurre, el ajuste habría sido en vano.

Por eso, el DS 5503 es una apuesta de alto riesgo. Puede funcionar si la inflación y el mercado cambiario no se alejan demasiado de los niveles actuales. Pero también puede fracasar, sobre todo, por los efectos multiplicadores a consecuencia de no haber fijado precios diferenciados para el transporte público.

Por ahora, el Gobierno defiende el ajuste de shock con el argumento de que maximiza la recaudación fiscal. Pero, en economías con escasez de divisas, el éxito no se mide en ingresos brutos y actuales, sino por la capacidad de generar y preservar dólares después de las nuevas tasas de inflación y tipos de cambio.

Entrar al quirófano era inevitable, optar por una cirugía de alto riesgo, no.

Gonzalo Colque es economista e investigador de la Fundación Tierra.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.